Dragones de Lavapiés: la alegría de jugar porque sí

Los Dragones de Lavapiés / Youssef Ouled

Los Dragones de Lavapiés no escupen fuego por sus bocas  ni tampoco tienen alas, sin embargo, en sus corazones anida una muy sana costumbre: la alegría de jugar porque sí. Este humilde equipo de fútbol situado en el corazón de Lavapiés, llena de risas y sonrisas las canchas del multicultural barrio madrileño que acompaña su nombre. La formación, que está constituida por más de un centenar de niños y niñas de distintas edades y nacionalidades, refleja un crisol cultural donde las fronteras desaparecen y la libertad está servida.

El nacimiento del equipo tiene lugar en 2014, momento en el que un grupo de familias del barrio no conformes con el ocio de sus hijos e hijas, deciden unirse para crear un espacio alternativo: “Queríamos un ambiente integrador, multicultural, y alejado de la competitividad, algo que no encontrábamos en el colegio o en otros equipos de fútbol, así que decidimos crearlo”, comenta Jorge Bolaños, presidente del club.

“Es muy necesaria la lucha contra el racismo, hemos tenido muchas situaciones como mínimo calificables de microrracismo”

Desde entonces los Dragones de Lavapiés forman parte de la liga municipal, entrenan para los partidos, y al mismo tiempo,  desarrollan actividades muy representativas de su idiosincrasia basada en la inclusión. Un ejemplo de estas actividades es el Proyecto “17 Goles”: se trata de un  torneo que pretende dar a conocer los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, a la vez que se disfruta de un tiempo de ocio sano y divertido: “Cuando se nos ocurrió la iniciativa, se lo propusimos al Ayuntamiento, la idea les gustó y ahora será el Consorcio quien lo financie mientras nosotras nos encargaremos de la gestión y la coordinación. Además ya habíamos participado en un torneo contra el racismo que salió muy bien, con el Movimiento Contra la Intolerancia. Es muy necesaria la lucha contra el racismo, hemos tenido muchas situaciones como mínimo calificables de microrracismo”- añade Begoña, una de las madres que forma parte de la organización del equipo y que comenta haber presenciado comentarios y actitudes racistas hacia los niños y niñas:

“Por cuestiones económicas nosotros nos desplazamos en trasporte público. Hemos ido en el autobús y en algunas ocasiones los pasajeros les decían cosas a los jóvenes. En la  Renfe  nos han llegado a colocar en fila para contarnos, porque decían que nos habíamos colado. Una vez fuimos a un cine y expulsaron a tres chicos, se los  llevaron a comisaría. Uno era negro, otro mulato y el otro marroquí, ellos tenían 12, 14 y 16 años. La última situación que vivimos, fue entrar en un supermercado y que a uno de los niños le pidieran la mochila para revisarla.”

Sin embargo, para los Dragones de Lavapiés, las conductas y actitudes racistas no se limitan al ámbito de lo cotidiano. Si bien el equipo no está federado, sí forma parte de la liga municipal. Dicha liga se basa en una normativa la cual exige la justificación de la edad de cada deportista que juega. Para ello cada equipo que participa en la liga debe presentar el original o fotocopias compulsadas del DNI, NIE o pasaporte individual de los menores. Una vez presentada la documentación, los niños pueden jugar, sin tener que volver a presentar ningún otro papel. Sin embargo, en determinadas circunstancias la normativa parece tambalearse, y a los niños y niñas extranjeros se les vuelve a solicitar la documentación:

“El año pasado tuvimos que ir a sellar dos veces (para que la promotora comprobase la edad) las fichas de los prebenjamines porque había muchas quejas ya que dos niños eran muy altos y jugaban muy bien y ganábamos. La promotora justificó que los padres que se quejaban podrían tener razón, ya que los niños extranjeros a veces tienen mal los documentos”, comenta Dolores Galindo, una de las madres que forma parte de la organización.  En los últimos meses, en el programa de inscripción de juegos municipales apareció una nueva pestaña en la que se ha de aclarar la nacionalidad del jugador, algo que preocupa especialmente a las familias del equipo: “Antes no estaba esa pestaña y no sabemos si es con intención estadística”.

Éstas barreras administrativas hacia los niños extranjeros en el fútbol no son una novedad. En el año 2015, la Federación de Sos Racismo presentaba una queja ante el Defensor del Pueblo por la vulneración de los derechos fundamentales de los menores extranjeros a raíz de la circular nº 37 que emitía la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). En ella se endurecían los trámites de inscripción a los equipos Federados, exigiendo a los menores extranjeros una exhaustiva y desproporcionada relación de documentos. Desde entonces, dos han sido las circulares que han sido emitidas (la nº 21 y la nº 62), sin embargo, en ellas sigue dándose una exigencia de condiciones y documentación desigual con respecto a los niños y niñas españoles.

“Las condiciones económicas de las familias no pueden ser un impedimento para que los niños y niñas, no le decimos que no a nadie, todos y todas son bienvenidos”

No obstante, tanto la rigidez como las barreras burocráticas no parecen acabar ahí. Actualmente el equipo ha firmado un convenio con el Atlético de Madrid, el cual se ha comprometido a entrenar tres grupos de niños. Sin embargo, las tiranteces sobre el convenio parecen ser constantes dado que las condiciones del mismo no atienden a las características de los niños que forman el equipo: “Les cuesta entender que trabajamos con una población que se mueve mucho y que los grupos cambian, niños que se apuntan, niños que se van. También quieren que el número no varíe porque se comprometieron a entrenar tres grupos de 15 niños, ni uno más ni uno menos y nosotros llevamos ya más de media liga con grupos de 20 y no podemos decirle a un niño que se vaya”

“Somos un equipo, pero de alguna manera también somos conscientes que nos hemos convertido en un recurso social para el barrio muy necesario”

Para los Dragones de Lavapiés, todos los niños y niñas que quieran jugar, pueden hacerlo: “Las condiciones económicas de las familias no pueden ser un impedimento, no le decimos que no a nadie, todos y todas son bienvenidos”, explica Jorge. En este sentido, la labor social que cubre el equipo es especialmente relevante. En sus canchas, distintas nacionalidades se reúnen y construyen nuevas redes de apoyo, comparten experiencias e inquietudes en un mismo espacio. A su vez, muchos niños y niñas cuyas familias se encuentran en condiciones económicas vulnerables, se lanzan a la hermosa aventura de jugar y encontrar allí un lugar para sentir su infancia. “Somos un equipo, pero de alguna manera también somos conscientes que nos hemos convertido en un recurso social para el barrio muy necesario”, expone Dolores.

En un mundo donde lo que no es rentable resulta inútil, los Dragones de Lavapiés arremeten contra ese recorrido triste del placer al deber, demostrando que jugar por jugar, quizás no sea muy rentable, pero en este multi-cultural barrio madrileño es absolutamente imprescindible.

 

Con la colaboración de Genevieve Peattie 

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