“La lucha antirracista es la más radical que hay”

Yuderkys Espinosa Miñoso / Youssef Ouled

Yuderkys Espinosa Miñoso es una feminista antirracista y descolonial afro que creció en los barrios de Santo Domingo, en República Dominicana. Ha vivido como migrante durante 13 años en Argentina y desde el 2014 en Colombia. Candidata a doctora en filosofía por la Universidad de Buenos Aires desarrolla una “crítica a la razón feminista latinoamericana” bajo la tutela de María Lugones. Miembra fundadora y coordinadora académica del Grupo Latinoamericano de Estudios Formación y Acción Feminista (GLEFAS). Es frecuentemente invitada en universidades, organizaciones no gubernamentales y colectivos activistas como profesora y conferencista. Entre sus trabajos más conocidos encontramos: “Escritos de una lesbiana oscura…” (2007), “Etnocentrismo y colonialidad en los feminismos latinoamericanos…” (2009); Los desafíos del feminismo latinoamericano en el contexto actual (2010); y las compilaciones coeditadas: “Aproximaciones críticas a las prácticas teórico-políticas del Feminismo Latinoamericano” (2010) y “Tejiendo de ‘Otro Modo’: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala” (2014).

Es gracias a una de esas invitaciones que tenemos la oportunidad de hablar con ella, el colectivo Ayllu, un grupo colaborativo de investigación y acción artístico-política formado por agentes migrantes, racializadas, disidentes sexuales y de género provenientes de las ex-colonias son quienes han traído a Yuderkys al Estado español. Habla con Es Racismo en Madrid tras una conferencia en Valencia donde la fila para poder escuchar “Una década de feminismo descolonial: Reflexiones a partir de un recorrido”, llegaba fuera del recinto. Unos días antes, participaba en el taller “Rabia es lo que tenemos”, dirigido a personas racializadas con la intención de evaluar y construir estrategias para enfrentar la colonialidad y el racismo institucional.

Entendiendo que el racismo afecta a varones y mujeres racializadas ¿cuál debe ser el posicionamiento de los feminismos que se denominan antirracistas?

Las feministas descoloniales venimos desde hace mucho hablando sobre este tema. Una de las cosas que digo en las conferencias y formaciones que hago es que es un punto crucial, de hecho es el tema neurálgico que divide el feminismo blanco y los feminismos antirracistas y descoloniales. Recuerdo cuando las compañeras de La Colectiva del Río Combahee, un grupo feministas negras de los 70´s escribieron Un declaración Negra Feminista que todavía hoy resuena, dedicaron un párrafo a esta cuestión donde decían que su lucha como mujeres racializadas, es una lucha contra el racismo, el sexismo y el clasismo, ninguna se puede separar. Pero en un momento señalan que ellas están en contra del separatismo en términos del género porque es una política blanca, ellas tienen que luchar junto a sus hombres negros. Efectivamente en las comunidades negras hay machismo y hay que trabajar con los compañeros sobre esto, pero no es una lucha solamente asumible por las mujeres negras, también por los varones en contra del avance del machismo. Ya allí ellas proponían ese tema, que más tarde recupera Angela Davis. La política feminista negra no puede dejar de preguntarse sobre el destino de los varones negros, ni puede pensarse solamente en términos de mujeres.

Es algo que he venido pensando pero siempre me encuentro con reacciones donde mujeres blancas colocan a toda mujer como oprimidas en un mismo nivel y todos los varones como opresores en un mismo nivel. Lo que estamos diciendo es que a costa de quién se suponía que se iban a liberar las mujeres negras, tal y como se preguntaba Bell Hooks. La respuesta no es solamente a costa de mujeres negras, sino a costa de varones negros y mujeres negras porque en un mundo blanco, la mujer blanca cuando quiere su total derecho a ese mundo producido por la Modernidad*, cuando los varones blancos les reconocen que son parte, esas mujeres construyen su liberación basándonos en una redistribución geopolítica del trabajo que significa que la categoría de raza aparece de manera central. Pasa lo que ya vemos, mujeres y varones del Sur global que vienen al Norte global a hacer los oficios de cuidados. Aquellos de los cuales se han liberado las mujeres y los varones blancos. Al mismo tiempo, en ese sur, continúa esa distribución geopolítica del trabajo debido a que hay empleos que ya no se hacen en el norte y van a estos países para que los hagan. Por ejemplo, las mujeres blancas ya no tejen, ni planchan, quienes lo hacen son mujeres y varones racializados gracias a la externalización.

Cuando estábamos empujando el feminismo descolonial, que no existía como fuerza política, trabajábamos con feministas blancas, al poner el tema del racismo sobre la mesa ellas recurrían a lo que teníamos común, que los varones nos oprimen. Es ahí donde nosotras preguntamos ¿quiénes son es varones opresores? Cuando ponemos en entredicho la existencia de esos “patriarcados indígenas” y decimos que no todas las mujeres están por debajo de todos los varones, la reacción es de rechazo. Hemos sufrido mucha violencia cuando hemos planteado esto. Al final, a partir de mis vivencias me doy cuenta que lo único que garantizaba la posibilidad de organización entre nosotras era convertir a todos los varones por igual en nuestros enemigos. En uno esos encuentros se dio una división entre quienes pensamos en una cuestión iterseccional desde el racismo y quienes no. Durante una de las jornadas se dio la aparición de un varón racializado encargado del limpiar el espacio donde nos encontrábamos. Las feministas blancas decían que había invadido su espacio y creaban una narrativa donde él era un invasor del espacio de las mujeres. Nos imaginamos la escena y pensamos en ese varón limpiador del lugar que había sido colocado como la representación de la opresión. La cuestión es que en base a este suceso se trató de reconstruir con nosotras el vínculo, venían a decirnos he aquí el mejor ejemplo de que estamos igual de oprimidas. Algunas han caído, pero varias de nosotras, que nos llamamos descoloniales, decimos que la construcción del relato no es tal como nos lo presentan, no creemos que este hombre haya reaccionado así ante mujeres blancas académicas por que sí y tampoco creemos que esté se encuentre en una posición superior a ellas en una jerarquía.

“La política feminista negra no puede dejar de preguntarse sobre el destino de los varones negros”

Afroféminas sufrió ataques por su decisión de no secundar la huelga ¿Cómo se articula una lucha entre feminismos?

Pienso que no hay posibilidad de puentes. Obviamente, no hay que abandonar la tarea pedagógica, es algo que nos toca. No descarto que haya una posibilidad de una lucha antirracista más allá de las fronteras y el origen de donde venimos, lucha antirracista que podemos hacer incluyendo gente blanca. Pero esto es solo posible bajo ciertas condiciones, no podemos ser ingenuos y pensar que va a ser fácil y se va a dar de forma natural, es decir, no pensar que por el hecho de ser mujeres todas se van a juntar y van a ser solidarias entre si. Pienso que tiene unas implicaciones que pueden ser autodestructivas para el propio feminismo. Es la posibilidad del feminismo blanco para abandonar su lugar privilegiado de enunciación, es boicotear y quitarse las patas sobre lo que sostiene su autoridad, autoridad que le supone ser parte de la Modernidad. No descarto que podamos hacer alianzas, pero eso tiene consecuencias que no se si el feminismo blanco está dispuesto a aceptar.

Solo es posible esa alianza si las mujeres blancas eurocentradas son capaces de admitir su lugar de privilegio y trabajar en una política que va en contra de sus propios intereses de raza y clase. Las feministas pueden decir que son antirracistas, pero al final protegen sus intereses, protegen ese privilegio, con excepciones. Hay mujeres que están dispuestas a participar en una marcha e ir detrás, por ejemplo, o venir a un encuentro a escuchar, pero son pocas. No creo que el feminismo en su conjunto sea capaz, tendría que hacer lo que hemos hecho las racializadas, repensar todo lo que hemos aprendido con el feminismo, para decir después, esto no nos sirve. Aunque pienso que en su caso sería para decir, esto si nos sirve pero solo para unas.

¿Cómo definirías entonces el antirracismo?

(Risas) Tengo más tiempo en el feminismo que en el antirracismo, de hecho me hice antirracista a la fuerza, justamente porque me desgaste intentando hacer posible la supuesta sororidad entre mujeres y darme cuenta todo el tiempo que es imposible, porque hay intereses distintos. Si yo tuviera que definir el antirracismo diría que es una lucha en el campo de las ideas, que son las que ordenan el mundo. Por eso digo que estamos en una guerra epistemológica. La lucha antirracista es más que ser correctamente político, no decir negro de mierda o palabras racistas, integrar a las mujeres negras en espacios… es mucho más, porque al final es cuestionar la profundidad y hacer una política que destituye el horizonte la Modernidad como programa de realización. Es difícil acordar una definición del antirracismo, pero hay que entender que el racismo es la base del proyecto de la Modernidad, no podemos pensar Europa sin pensar en la idea de raza y el racismo que produjo.

La lucha antirracista es la lucha más radical que hay porque ella conlleva la posibilidad de interpretación crítica al orden universal en el que vivimos y por tanto un intento de poder observar aquello que ha sido deslegitimado y desechado, para así encontrar otros modelos de justicia y bienestar. Eso atentaría profundamente contra el orden universalizado. Una lucha antirracista es una que le niega a la Modernidad ser el proyecto por excelencia de realización de la existencia. Hay otras políticas antirracistas que se llevan dentro de ese orden, como las de cuotas, igualdad de oportunidades… pero eso no es más que reclamar el orden blanco para otros mundos. Esas supuestas políticas antirracistas podrán servir para unos pocos, que mejorarán individualmente su existencia, pero no es una política que vaya a eliminar el orden racista.

“El bienestar que produce la Modernidad solo sirve para unos pocos, no puede universalizarse, lo que se ha universalizado es el deseo de ese bienestar”

No se puede hablar de antirracismo sin hablar de la historia colonial

No se puede hablar de racismo sin hacer una crítica radical y profunda al orden moderno y colonial. La lucha antirracista es una lucha por la descolonización y contra la Modernidad. No puede haber una cosa sin la otra, pueden haber paliativos, de hecho hay grupos antirracistas de gente racializada que está llevando políticas de integración, pero son políticas de occidentalización, que nos dicen que moros, negros, indígenas, gitanos también tienen derecho a ese orden. Pero este es un error terrible porque ese orden no es posible, el bienestar que produce la Modernidad solo sirve para unos pocos, no puede universalizarse, lo que se ha universalizado es el deseo de ese bienestar, la idea de que lo único que sirve para progresar es lo que la Modernidad nos dice, pero es imposible porque para que se de para algunos, las condición es que el resto quede fuera. Y no solo pienso en grupos humanos, también pienso en eso que definimos como naturaleza. Es indispensable para este orden que la naturaleza sea algo a explotar, todo se puede extraer, convertir en mercancía, consumir. Todo al servicio de ese grupo humano que se beneficia. Pero ese bienestar no puede generalizarse porque necesita gente que haga posible el beneficio de unos pocos. La lucha antirracista es una lucha contra la matriz de dominación, base que sostiene el orden actualmente, incluso hasta el de género.

La lucha antirracista debe ser anticapitalista, hacer antirracismo sin anticapitalismo sería formar parte de la Modernidad, porque lo que se pretende es integrarse a ese orden, a ese modelo de consumo. Pero lo mismo pasa al revés, cuando el marxismo con políticas de izquierda tiene una ceguera histórica para ver la cuestión del racismo y como consecuencia se dan proyectos de izquierda que son racistas. No entienden que el tema no es solo de clase, puesto que hay una deuda histórica, cómo Europa ha construido unos pueblos inferiorizados, sin historia, porque les ha robado su capacidad de agencia, incapaces de producir y que son calificados como atrasados.

“Usamos de forma estratégica un modelo de habla y producción de conocimiento que permite que sea audible nuestro grito contra Europa, contra la Modernidad”

¿Cómo ha de ser entonces la lucha antirracista en el sistema moderno-colonial?

Entiendo que hay niveles de lucha, el problema llega cuando lo que es estratégico en determinados momentos, se convierte en meta. Hay políticas que se han dado apelando a las instituciones del Estado moderno que han repercutido de forma positiva, como la estrategia empleada por nuestros padres y madres para conseguir que fuéramos a las universidades, así como los movimientos antirracistas que exigieron a las universidades cuotas de personas racializadas… eso es una política de acción afirmativa en un camino que propone la Modernidad, que nos dice el tipo de futuro que debemos construir dentro de este orden. Podríamos decir sin embargo, que entrar a las universidades es contribuir a procesos de occidentalización pero también hemos hecho de eso otra cosa. Hemos producido en esas universidades pensamiento y teoría antirracista a través del cual estamos enfrentando y discutiéndole a la izquierda blanca y al feminismo.

Estamos hoy disputándoles estos espacios porque hemos usado los medios y el lenguaje que la academia nos exige. Nos permite debatirles que lo que proponen como orden es la aniquilación de otros pueblos, saberes, memorias, formas de vivir y hacer el mundo. Nos permite decirles que esto es racismo. Son dos cosas que van de la mano. Hoy escribo como una académica, pero mi escritura ha pasado por un proceso de asimilación, de construcción de conocimiento y producción de verdad. Sin embargo, en este caso, sin generalizar, se puede emplear para el terreno epistemológico y combatir  en el campo de las ideas ante un orden que nos dice que o hablamos en sus códigos o no nos aceptan. Me acuerdo de Spivak preguntándose si ¿Pueden hablar los subalternos? Cuya clave de lectura no es que el subalterno no pueda hablar, sino la posibilidad de que escuchen lo que dice. En este caso, aquí usamos de forma estratégica un modelo de habla y producción de conocimiento que permite que sea audible el grito contra Europa, contra la Modernidad. Pero sin negar que estamos siendo modernos, pues hemos aprendido y aceptado parte de sus reglas.

Podríamos decir que somos una generación intermedia, de debate quizás. No somos un horizonte de llegada, no todo el mundo debe adquirir las herramientas para llevar el tipo de políticas que debemos llevar nosotras. Discutimos con este orden, pero lo aceptamos en cierta medida. Quizás no haya otra forma, quizás sea la única manera de decirle a la Modernidad que es un desastre, un proyecto inviable y un proyecto de muerte que acabará destruyéndolo todo. El riesgo es que en ese proceso podemos acabar engullidos por las máscaras blancas. No es nada inédito, ya ha pasado en movimientos anteriores, plantear entrar en las instituciones para cambiarlas desde dentro. No debemos ser ingenuos.

¿Cuál es el peligro del vaciado de contenido de la decolonialidad?

Se le está robando a este concepto lo que lo caracteriza. Por ejemplo, a lo que algunos llaman feminismo descolonial pero lo hacen tomando por un lado lo decolonial como lo indígena, lo afro, etc. y por otro lado, toman feminismo como lucha contra los varones porque son todos unos opresores, entonces piensan que están haciendo feminismo descolonial porque juntan y estudian/piensan a la mujer indígena o mapuche, maya, negra, musulmana… creen que solo pensarlas en esos términos es descolonial. Pero las gafas con las que observan su mundo y la interpretación que hacen de estas mujeres viene desde los mismo lugares de siempre. Nos estudian para decir lo que siempre han dicho. Se entiende el feminismo descolonial como algo que siempre hizo la antropología. También pasa con el giro decolonial. Espacios que se llaman descoloniales que no son más que sujetos que van a estudiar a moros, gitanos, negros… y van con todas las categorías racistas y prejuicios a decirles que oprimen a sus mujeres. Y luego tenemos gente que habla de lo descolonial sin nombrar la raza como algo que estructura el orden. Lo que caracteriza lo descolonial es poner en un mismo plano racismo y clasismo, raza y capitalismo van de la mano, son inseparables.

Aquí en el Estado español se toma la interseccionalidad, algo producido por feministas negras, y se usa para todo menos para pensar la racialización. Cuando es una teoría que nace desde el conocimiento encarnizado. Se usa en espacios de la sexualidad, pero no se toca el tema de racismo, y eso de decolonial no tiene nada. La decolonialidad pone la categoría de raza como elemento central que organiza y explica el orden del mundo moderno colonial. Hay un movimiento actual interesante en América latina y Europa de personas racializadas que están generando una disputa en el campo epistémico, disputando el terreno del discurso y señalando ese vaciado de contenido.

“Igual que le decimos al feminismo, la izquierda debe ser capaz de reconocer su espacio de enunciación privilegiada”

¿Cuál es tu valoración de la movilización del 8 de Marzo?

Este 8 de marzo significó un momento de propagación e imposición del feminismo blanco. De las verdades, interpretaciones y el programa político producido por mujeres blancas de Europa y los Estados Unidos que hoy se ha extendido a aquellas que se adhieren al orden moderno como programa de liberación. También hay compañeras racializadas. Sin embargo, el programa que se plantea es un programa de feminismo eurocentrado. Pero también vivimos un momento de un gran despertar de conciencia antirracista entre gente racializada de todo el mundo, con capacidad de enfrentar este modelo y trabajar en contra.

¿En que lugar queda la posibilidad de articularnos con una izquierda que en la mayoría de los casos niega este orden racista y lo relega a una cuestión únicamente de clase?

Esa articulación sería posible si esa izquierda blanca estuviera en disposición de autoaniquilarse así misma, igual que hemos dicho con el feminismo blanco. Reconocer que la clase trabajadora europea también se benefició de la colonización, y que si pudo hacer luchas sociales y ser capaz de negociar con la burguesía fue porque mientras aquí conseguía derechos, en las excolonias se les negaba todo y se explotaba a los indígenas sin derechos. Igual que le decimos al feminismo, la izquierda debe ser capaz de reconocer su espacio de enunciación privilegiada. Que reconozcan que muchas de las luchas que ganaron se explican porque en otros sitios existían los condenados y condenadas de la tierra. Hay un texto de Rosa Luxemburgo en el que discute con Lenin, ella le dice, pensando obviamente en los términos del capitalismo, que este no acabará porque el capital tiene la capacidad de expandir sus horizontes y cuando aquí se logra un pacto con la clase obrera, el capital se encarga de ir a otros sitios para extraer el beneficio que ha perdido. Lo que ella dice es que para poder entender la universalización del capitalismo había que estudiar en profundidad el colonialismo, el papel que jugaba en términos de expansión para un máximo de beneficio. La izquierda, como las mujeres que se beneficiaron en Europa por la supuesta lucha feminista, en realidad le deben más a las trabajadoras y trabajadores y a los esclavizados y esclavizadas a lo largo del mundo. Lo que han hecho es diversificar el beneficio obtenido.

 

 

Modernidad: “Estoy hablando del orden y organización del mundo en el que habitamos, el orden de los Estado-Nación, con sus fronteras, barrios marginales, su desprecio al campesino y a la naturaleza como recurso para explotar y consumir. Un orden que determina la forma en cómo experimentamos el mundo, cómo lo vivimos, lo deseamos. Que determina la línea de lo humano. La forma en la que se construye la idea de que hay unos grupos que son los atrasados. Un orden que nos dice quienes son liberados y quienes deben ser salvados. Todo esto pertenece a un mismo orden, un orden moderno colonial que les dice a las mujeres que no hay otra forma de liberación, que considera que la libertad, la vida misma, solo es posible en ese orden de las cosas y en el deseo a aspirar a él, es decir, trabajar para que se complete allí donde no se ha completado. Una gran falacia, la Modernidad necesita que no se complete en otros lugares para que algunos si la tengan completa. Es un orden de justicia solo para unos. Eso es Modernidad, es racismo, eurocentrismo, por eso el antirracismo tiene que empezar porque esa Europa sea más humilde y reconozca que nos llamaron bárbaros cuando los bárbaros eran ellos, qué política existe que sea más bárbara que el proyecto europeo”, Yuderkys Espinosa: “Hablando en serio: De qué estamos hablando cuando hablamos de una política antirracista y descolonial” conferencia que tiene lugar un día después de la entrevista.

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