La lucha de una madre para demostrar el acoso que sufre su hijo de once años

Encarnación es una madre soltera originaria de Guinea Ecuatorial que convive en un pequeño pueblo de Ciudad Real (Poblete) donde reside desde hace un año junto con sus dos hijos menores.  En el municipio es reducida de la presencia de personas negras que se limita a otras cuatro personas más.

Hace unos meses contactó con SOS Racismo Madrid para denunciar el acoso escolar que sufre su hijo Carlos de once años. El 15 de febrero, se había puesto en contacto con el director del centro escolar C.E.I.P. La Alameda donde el menor estudia para ponerles sobre aviso de los acontecimientos que venían dándose desde hace días contra él. La respuesta fue que no era una situación de trascendencia, sino que se trataba de “piques entre niños” y que su hijo también los causaba con su comportamiento.

En los días previos, Encarnación había hecho llegar su malestar a los servicios sociales, los cuales actuaron de inmediato enviando un correo a la orientadora del colegio un mismo viernes a las 9:30 de la mañana, informando de la preocupación de la madre y solicitando averiguar qué sucedía con Carlos. Al lunes siguiente acude a media tarde al colegio para saber si se había recibido el correo y si se había hablado con su hijo, la respuesta fue que no, alegando “falta de tiempo”.

En esos días se vuelve a ver con el director quien le comenta que se estaban “sacando las cosas de contexto”, comenta Encarnación. El propio menor solicitaba un cambio de clase debido a que estaba siendo “hostigado” por un mismo grupo de alumnos. Esto le fue negado desde el centro, y en consecuencia, se avisó a la madre que si el menor no acudía a clase, se enviaría un informe a los servicios sociales por absentismo.

Ante la impotencia, Encarnación, decide acudir al Ayuntamiento que le facilitó una mediadora familiar psicóloga y psicopedagoga. Mientras tanto, acudía repetidas veces al colegio, las peleas contra su hijo por parte del grupo de alumnos que se habían puesto de acuerdo para pegarle eran constantes, “en una ocasión”, explica, “de no ser por otros alumnos de otra clase lo habrían desnucado, ya que mientras unos lo zarandeaban y lo golpeaban, otro se agachó para que se tropezase y se diese contra el bordillo”, explica Encarnación. Quien critica de desde la directiva se seguía denominando a estos sucesos como “piques entre niños”.

En última instancia Encarnación acude a inspección educativa para denunciar el acoso y solicitar la intervención inmediata de una comisión. También acude a la fiscalía de menores para hablar con el Defensor del Menor, quienes le explican que no existe esta figura en Ciudad Real y que lo que podía hacer, y de hecho hizo, era interponer una denuncia ante la Policía Nacional y remitirla a la Guardia Civil, que es de quien depende el municipio.

En medio de las gestiones descubre que el niño ha confesado a su padre que le llaman “maricón y feo” y todo ello en las clases de educación física, impartidas por el director del centro. Continúan las peleas y el hostigamiento, y vuelve a ser golpeado. Al acudir la madre de nuevo al colegio, le dicen que el niño había sido castigado en un mismo grado que los demás implicados.

Como consecuencia de lo vivido, Carlos insiste en que se le cambie de clase o no irá más al colegio. Cuatro días después se reúne con él la orientadora y lo hace durante cinco minutos, “es todo el tiempo que le dedica a un niño que sufre acoso, amenazas y golpes”, crítica Encarnación. A partir de esa reunión deciden cambiar al menor de clase.

Tras el contacto de Encarnación con el colegio para informar sobre las respectivas denuncias, desde el centro le comentan “no haber visto nada” del acoso denunciado, según la madre, a pesar de las amenazas que recibía su hijo, culpaban a Carlos de ser quien infundía miedo en los demás compañeros, dado que, en su desesperación al haber presenciado las amenazas a su hijo, llegó a gritar a los niños: “si os metéis de nuevo con mi hijo no respondo de mí”.

Una vecina del pueblo le espetó: “no te basto con estropear las cabalgatas de reyes, ahora vienes a decir que tu hijo está siendo acosado”.

Los padres de los otros menores, vecinos del pueblo

“Violencia”, es la palabra con la Encarnación describe la relación con los vecinos del pueblo, padres y madres de los compañeros de su hijo, sobre todo desde que denunció públicamente el caso de acoso. Da la casualidad que ella recriminó el Blackface que se llevó a cabo en la cabalgata de reyes del municipio, criticando que no se contara con el colectivo negro residente en el pueblo y optará por pintar la cara a una persona blanca para representar a Baltasar. Una vecina le espetó: “no te basto con estropear las cabalgatas de reyes, ahora vienes a decir que tu hijo está siendo acosado”.

Además, durante la comisión de investigación abierta para el estudio del acoso, diferentes madres y padres de los menores implicados habían creado un grupo de WhatsApp denominado “protocolo madre de Carlos” el cual, según Encarnación, dedicaban para criticarla y en el que participaban miembros de la comisión de investigación del acoso.

En una ocasión, una alumna del centro realizaba reiteradas llamadas con número oculto a Carlos, hasta que en una de las llamadas salió el número quedo sin ocultar, permitiendo a Encarnación devolver la llamada e identificando al otro lado de la línea a las madre de la menor. Más tarde, los menores invitaron a Carlos a un cumpleaños dándole una dirección errónea, haciéndole dar vueltas por todo el pueblo, cuando resultaba que la celebración tenía lugar en el campo. Tras horas de búsqueda el menor recibió una llamada donde se reían de él: “no vas a llegar nunca, no tienes coche”.

“Me das asco puto negro, a ver si te vas de una vez a tu país”

La presencia del racismo

Esa misma menor junto con otros dos niños, le habían dicho a Carlos “me das asco puto negro, a ver si te vas de una vez a tu país”, comenta Encarnación. Insultos que descubre un tiempo después de denunciar el acoso, pero que llevaba tiempo recibiendo su hijo, exactamente “desde que llegaron al pueblo”, señala. Ella no quería señalar el racismo como la motivación del acoso, sino en un plano más general, pero, a partir de aquí, lo describe como una razón principal.

Un mes después de iniciarse la investigación realizada por el colegio sale la conclusión: “no hay acoso”. Lo que le lleva a pedir ayuda en las organizaciones sociales. Tras la disconformidad con el resultado, acude al colegio a presentar documentación en la que alega su descontento y malestar, solicitando sin éxito el informe en el cual se basa el resultado de la investigación. En el escrito presentado solicita a la inspección educativa que se encargue de crear una nueva comisión “lejos del compadreo del colegio”.

De nuevo se pone en contacto con la inspección educativa de Ciudad Real, quienes le aconsejan enviar la documentación por el orbe y adjuntar un escrito explicando lo sucedido. En él Encarnación denuncia que el colegio actuó de forma “no parcial” en la elaboración del informe por “haber pasado por alto detalles importantes y no tener en consideración la importancia del racismo en el acoso”.

Además, hace partícipe del acoso al centro por la “inacción” de los funcionarios implicados, así como por señalar una supuesta conflictividad del menor como causa de las situaciones vividas por el chico. Señala que durante la investigación del acoso la forma de actuar era señalando a Carlos como “el niño de la madre que había denunciado el acoso”, en lugar de hacer una atmósfera adecuada a un menor que estaba sufriendo una situación complicada.

Una de las reacciones de Encarnación tras conocer que su hijo había sido acosado fue denunciarlo en redes sociales. Esto le fue recriminado, le llegaron a achacar que con esta acción había avivado “la hostilidad del conflicto y la ira de sus padres” contra su hijo.

El cambio de clase duró lo mismo que la comisión, y los responsables de la misma alegaron que debía regresar a su clase ya que era provisional. El colegio por su parte, envía a Encarnación un burofax alegando falta de respeto por su parte al acudir tras las conclusiones de la comisión y manifestar un “comportamiento inadecuado y lesionar gravemente varios de los derechos del profesorado”. Por lo que a modo de “reparación”, se le solicita un escrito pidiendo disculpas y reconociendo los hechos, negándole el acceso al centro desde la recepción del mensaje hasta que no actúe según lo que se le dicta.

“¿Es justo que tenga que pedir perdón una madre que confía la responsabilidad civil de su hijo en unos funcionarios que no han sido capaces de proteger al menor?”, se pregunta Encarnación. “Si su indignación es porque no quise agachar la cabeza y ceder a las calumnias contra mi hijo”, continúa, “parece lamentable dado que ningún niño es más que otro y ante casos tan complejos, hay que actuar en consecuencia y en beneficio del menor acosado”.

A día de hoy, Carlos,  sigue sufriendo agresiones por parte de los menores en la vía pública. “Esta mañana he tenido que poner una denuncia ante la Guardia Civil, porque ayer mi hijo fue agredido por un menor de su clase involucrado en el acoso, además, tras los golpes, el agresor agrupó a varios niños más para ir a por él”, explica Encarnación en un mensaje enviado a SOS Racismo Madrid. “Insisto en que el colegio no está tomando cartas en el asunto y los menores siguen influenciados por sus padres”, por lo que señala que si no se hace algo pronto, su hijo no podrá salir de casa por miedo.

Además, señala que desde el colegio se ha excluido a su hijo del baile de fin de curso “a petición de los padres de los compañeros de Carlos”, señala, algo que desde el colegio niegan. En una breve conversación telefónica con Es Racismo donde se han mostrado reticentes a aportar cualquier tipo de información por esta vía, explican que el menor se encuentra en la actualidad “escolarizado con normalidad, integrado y participativo”. Mientras que sobre el informe y las conclusiones que determinaron la inexistencia del acoso remiten a una instancia superior que les impide sacar esta documentación del centro para entregárselo a la madre, que fue quien solicitó la apertura de la investigación. Preguntados sobre las agresiones sufridas por Carlos a causa de otros menores del colegio fuera del recinto escolar indican que desconocen “los temas sucedidos” fuera del centro.

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