“Me negaron que fuese un delito de odio porque no uso hijab”

Estación de metro de Almendrales, Madrid / Wikipedia

El pasado 24 de agosto aparecía en las portadas de los periódicos la agresión islamófoba a una joven musulmana de 20 años de edad, una mujer de origen marroquí residente en el distrito madrileño de Usera, algunos de estos medios alegaban (sin contrastar) que la edad de la mujer era de 38 años. Ella había llamado a la Policía Municipal quienes pidieron una ambulancia del Samur por las contusiones que tenía en el cuerpo y el estado de ansiedad en el que se encontraba.

Se trata de Fátima y tiene 37 años, fue cocinera en la embajada española de Marruecos durante años hasta que en 2014 decidió instalarse en Madrid junto a sus dos hijas. Ella es una de las víctimas de las agresiones racistas e islamófobas que sucedieron unos días después del atentado terrorista en Barcelona y Cambrils, ataques dirigidos contra la población musulmana, menores, hombres y mujeres.

“Venís a nuestro país a matarnos, no solo vosotros tenéis los cojones de matar”

Según relató el diario El Mundo, los agresores eran tres chicos que aparentemente no lucían estética o indumentaria que los identificara con ningún grupo. Sin embargo, Fátima relata que eran dos hombres de entre 25 y 30 años, uno de ellos rubio, con el pelo corto y que lucía en uno de sus brazos una calavera junto a una esvástica. No llegó a ver el rostro del otro atacante porque la abordó por detrás. Así se lo explicó a la Policía Municipal, la misma que le negó que pudiera tratarse de un delito de odio ya que ella “no usaba hijab”. No obstante, mientras la agredían, recuerda que mencionaron el atentado ocurrido en Barcelona: “los moros venís a nuestro país a matarnos, no solo vosotros tenéis los cojones de matar”.

Fátima asegura que iban a matarla de no haber huido del lugar. Salía de su trabajo sobre las 16:30 y fue a tomarse un café, al querer volver al trabajo sobre las 19:00 fue acorralada por dos hombres. Uno de ellos la golpeó con puñetazos en el pecho, lo que le generó contusiones, el otro la empujó hacia el primero, lo esquivó y logró correr hacia la estación de metro Almendrales. Una vez ahí, solicitó ayuda al personal de seguridad que llamó a la policía, cuando los agentes llegaron solicitaron asistencia sanitaria y trasladaron a Fátima al Hospital 12 de octubre. No era la primera vez que sufría este tipo de agresiones.

“Tengo cuatro balas y si gritas, te las vacío en los sesos”.

En abril del año 2016 sobre las 3:30 de la madrugada dormía cuando escuchó que aporreaban la puerta de su casa. Sobresaltada, fue a ver qué ocurría. Al mirar por la rejilla, cuatro hombres le pidieron que abriese la puerta alegando ser policías, le mostraron lo que era una supuesta placa, al abrirles, le solicitaron un documento de identificación. Dejó la puerta abierta para ir a por su documentación y aprovecharon el momento para entrar en el piso sin hacer ruido. Antes de que se percatara de que habían entrado, sintió la pistola fría que le pusieron en la cabeza; “ni se te ocurra hablar ni gritar”, recuerda que le dijeron antes de añadir “tengo cuatro balas y si gritas, te las vacío en los sesos”. Dos de ellos se metieron a la habitación donde dormían sus hijas de 4 y 2 años de edad. Tiraron ropa encima de una de las pequeñas, a la que despertaron y empezó a llamar llorando a su madre. Desordenaron y rompieron objetos de su casa, y la amenazaron con matarla si llamaba a la policía, mientras le estiraban de la oreja; “a tu país hemos dicho, no queremos verte más porque te vamos a matar. Coge a tus hijas y vuelve a tu país”. Ella fue corriendo a consolar a sus hijas y cuando tuvo la seguridad de que no se encontraban en el domicilio, cerró la puerta y llamó a la policía. Los asaltantes llevaban guantes, lo que dificultó la investigación de la policía.

Fátima solicitó seguridad durante las siguientes horas al inspector de policía que se había personado en su domicilio, pero los agentes a los que ordenaron quedarse se marcharon al cabo de una hora, lo que le provocó ansiedad y un prolongado sentimiento de inseguridad que le impidió salir de su casa durante semanas, recuerda. Cabe resaltar que este episodio sucedió tras el atentado terrorista que se cometió en Bruselas donde murieron 35 personas.

A día de hoy los casos expuestos no solo no han sido juzgados, sino que han quedado archivados, sin una investigación pertinente por parte de las autoridades. “Son varios los episodios racistas que he sufrido en este país, solo cuento los más grave que he vivido porque han atentado contra mi integridad física, la de mis hijas y han querido atentar contra mi vida por mi condición de árabe. No es justo, no es justo” repite. Fátima relata que no se siente segura, que teme por su vida y la de sus hijas. Actualmente sufre de estrés postraumático.

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