La mujer agredida en Usera: “La agresión se produce porque soy mujer y migrante”

Tamara de 60 años sigue un tratamiento para recuperarse de la brutal agresión machista y racista sufrida hace unos días en el madrileño distrito de Usera a manos de un menor. No puede sonarse fuerte por miedo a desplazar la fractura nasal y está acompañada de un spray inhalador por si no puede respirar adecuadamente. En el día de ayer acudió nuevamente al médico y se le realizará una nueva valoración en el área maxilofacial del Hospital 12 de Octubre para el día 2 de enero. Le han recomendado reposo.

La Agresión

Sucedió a penas unas horas después de que desde nuestra web hiciéramos público el video de una mujer blanca agrediendo verbalmente a un joven español de origen migrante, sin embargo no ha tenido la misma repercusión a pesar de haber sido una agresión de una violencia tremenda, perpetrada por un menor de unos 14 años de edad.

El pasado miércoles 26 de diciembre Tamara regresaba a su casa tras acudir al supermercado a comparar roscones y pan, por lo que iba cargada con varias bolsas, había comprado en abundancia debido a que en casa tenía la visita de sus nietos e hijos. Acababa de cruzar la Glorieta de Cádiz cuando vio venir a cuatro chicos “bien vestidos, bien peinados y limpios”.

“Me levanté y dos de ellos recriminaron al chico lo que había hecho, sin embargo, el tercero comentó: déjala que es una panchita”

“Intenté hacerme a un costado porque al llegar a mi no se separaron para dejarme camino sino que lo hacían adrede”, explica Tamara en conversación telefónica con Es Racismo. En ese momento esta mujer chilena a punto de cumplir los sesenta años se apartó a un lado, pero aún así, uno de los chicos se cruzó en su camino y le propino un empujón.

“Le dije que qué sucedía, que no era tan grande para requerir tanto espacio”, es entonces cuando el menor se dio la vuelta y sin mediar palabra propinó a Tamara un cabezazo en la nariz que le ha supuesto una fractura de la nariz. La fuerza del golpe la desestabilizó e hizo caer al suelo. “Me levanté y dos de ellos recriminaron al chico lo que había hecho, sin embargo el tercero comentó: déjala que es una panchita”, comenta.

A continuación, los jóvenes se marcharon, pero ella no quiso que se salieran con la suya, por lo que se desprendió de su bolso y las bolsas de la compra y siguió a los agresores. Comenzó a gritar para ser escuchada por la gente que pasaba por allí, que corrió en su ayuda. “Todo fue muy rápido, llego la policía, les identificó antes de llevarse al joven agresor en el furgón policial”. Sin embargo, la primera que se marchó de la escena fue Tamara, trasladada al Hospital debido a la cantidad de sangre que estaba perdiendo.

En el Hospital 12 de octubre fue atendida y se le entregó el parte de lesiones que incluía la fractura nasal (se adjunta informe médico). Con el parte se dirigió a la comisaría de Usera a realizar la denuncia, pero no pudo hacerla hasta la mañana del jueves, debido a que en ese momento había más de cinco horas de espera, según le comentaron los agentes de policía. A las 8.00 a.m. de la mañana del día siguiente se presentó nuevamente allí, siendo atendida a las 9.30 a.m.

Describe el encuentro y el trato con la policía como “impactante, vejatorio e indignante”.

Tamara que lleva en España desde 1984 y vive en Usera desde hace 22, coopera con Cáritas y es activista en defensa de los derechos de la mujer, de hecho, es una de las promotoras del movimiento feminista del distrito. Milita en el área de feminismos e igualdad de Podemos. Pero a pesar de su experiencia, describe el encuentro y el trato con la policía como “impactante, vejatorio e indignante”.

“Acababa de sufrir la agresión, tenía la nariz rota y el agente me preguntó hasta cinco veces mis datos”, señala, “¿Tomas pastillas? ¿Usted vive en esta dirección? ¿Podemos hacerle una comprobación en su domicilio? ¿Alquila usted una habitación o es su casa?…”. Todo esto mientras Tamara estaba en estado de shock y bastante alterada. “Es a mí a quien agreden, pero es a mí a quien hacen sentir como si tuviera la culpa”, continúa, “así se lo dije en comisaría: el que me atendió era un policía racista, clasista, además de una mala persona”.

La denuncia en comisaría

“Si es una agresión racista tiene que decirlo el juez”, le espetó el agente que recogió su denuncia. Tamara quería que quedara constancia que la agresión se había producido por motivos raciales y que por lo tanto así debía quedar reflejado, pero sus requerimientos fueron desoídos por el policía que no incluyo la motivación del ataque. 

“Al ser la primera vez que me sucede esto confié en al agente”, lamenta. Más tarde, asesorada por la Oficina de Información y Denuncia de SOS Racismo Madrid, acudió a la Unidad de delitos de odio de la Unidad de Gestión de la Diversidad, donde también le recomendaron realizar una ampliación de la denuncia. Para que un juez determine si es o no una agresión por motivos racistas debe primero constatar así en la denuncia interpuesta. Acompañada por la compañera de SOS Racismo Madrid regresó a la comisaría a realizar la ampliación.

“La agresión se produce porque soy mujer y migrante, violencia gratuita de cuatro personas que se creen con el poder de golpear a cualquier persona”.


Medios de comunicación, versiones falsas

“Han dicho mentiras por todos lados”, comenta, “han dicho que se ha atacado a una “podemita”, que estaba en un bar en el que no debía estar, que es una agresión falsa…”, sin embargo, explica que todo esto le da igual, pues la agresión la ha sufrido ella, independientemente de que se ponga en entredicho su credibilidad.

Desde el Círculo de Podemos y los espacios donde participa ha recibido apoyo y solidaridad, pero hecha en falta el apoyo de más personas. Está siguiendo un tratamiento médico para recuperarse de la fractura de nariz, pero lo que más hecha de menos es la falta de apoyo psicológico. “Esto me ha generado mucho estrés y miedo, esto me tiene inquietada”.

“Mi vida ha cambiado completamente porque no puedo hacer casi nada”, lamenta. Sus hijos viven fuera de Madrid y habían acudido a la capital con sus nietos para pasar los últimos días del año en familia. “A mi esto me ha dejado hecha polvo”. Preguntada sobre los motivos que habrían llevado al agresor a atacarla, no tiene dudas: “Porque soy mujer y migrante, es violencia gratuita de cuatro personas que se creen con el poder de golpear a cualquier persona”.

Destaca Tamara como aún en el lugar de la agresión se dirigió a los dos jóvenes que no habían hablado y les hecho en cara su complicidad, “¿Vosotros no tenéis madre?, les dije y les pregunté si no les daba asco tener un amigo así, pero agacharon la vista al suelo”. Mientras estaba siendo atendida por el SAMUR, los dos jóvenes se acercaron y le comentaron “sí, tenemos madre y esperamos que te mejores pronto, no estamos de acuerdo con esto”.

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