Nuevas agresiones racistas en el transporte público

Continuamos recibiendo denuncias de agresiones racistas en el transporte público por parte de los vigilantes de seguridad a las que además, en ocasiones, se suma la policía. En cuestión de 5 días hemos recibido dos, pero esto sucede a diario. 

Una de ellas tiene lugar en Madrid, en la estación de Metro de Tribunal, el pasado 27 de febrero; la otra en Barcelona, en la estación Plaça de Catalunya, el martes 3 de marzo. Mismo escenario, mismo proceder. Sólo es diferente la localización. ¿Por qué son tan parecidas? Porque esta es una forma de proceder sistemática, la continuidad histórica del racismo institucional que ha sido parte del Estado español desde que existe como tal (y desde antes de que existiera). Ambas son actuaciones desproporcionadas hacia personas racializadas por parte de los vigilantes “de seguridad” del transporte público y de los cuerpos “de seguridad” del Estado.  Por tanto, nosotras decimos: ¿de la seguridad de quién? 

 

En el primer vídeo (Barcelona), se observa de forma clara que el chico no opone resistencia. Grita porque está asustado y, aun así, 5 vigilantes de seguridad le aplastan y mantienen inmovilizado como si se tratase de un peligroso delincuente que va armado hasta los dientes. Sucedió sobre las 9:00 de la mañana y, según nos relatan, los vigilantes comenzaron a reducir al joven entre muchos. “La gente de alrededor decía que pararan, que estaban abusando” pero lejos de parar cada vez ejercieron más fuerza sobre él. Otra testigo, Eva, que se encontraba en la parte de fuera de la estación hablando con un amigo habiendo pasado ya su billete, nos relata cómo comenzó todo: “No nos estábamos fijando concretamente, pero sí vimos que el chico tenía un billete en la mano y supongo que lo intentó pasar, pero fue interceptado por un par de vigilantes de seguridad de la Renfe que le pedían explicaciones en un tono un poco amenazante. Entonces, decidimos esperarnos a ver qué hacían.” Según cuenta, el chico parecía no terminar de comprender bien lo que los vigilantes le querían decir. Reitera que tenía el billete en la mano. Podía ser que fuera el billete incorrecto y se hubiera equivocado pero lo que es un hecho es que pagó por un billete y lo tenía en la mano, era visible. El chico les estaba argumentando, “no sé lo que decía, porque no alcanzábamos a escuchar, pero parecía estar desconcertado explicándoles que no entendía lo que le decían porque él había pagado su billete. Como si no supiera que no podía pasar con él.” En el transcurso de esto, comenzaron a llegar más vigilantes de seguridad “con aires de superioridad total”, y le pidieron el DNI. Recodamos que un vigilante de seguridad no puede pedir a nadie que se identifique.”El tono en el que le pedían el DNI era en plan «sé que no me vas a dar el DNI porque no tienes papeles», en tono chulesco. El chico quería salir de ahí porque le estaban acorralando.” Al final, lo retuvieron, “le cogieron las manos por detrás y lo empezaron a reducir entre 5 personas hasta que llegaron a ponerle en el suelo.” Evidentemente, cuando entre 5 personas le intentaron reducir sin haber hecho nada, “el chico trato de defenderse pero sin, en ningún momento, ponerse agresivo ni de ninguna manera que pudiera representar una amenaza para estos señores como para que tuvieran motivos para actuar así, con semejante fuerza.” En ese momento llegó un tren y comenzaron a transitar muchas personas que, según cuenta Eva, se detenían e increpaban a los vigilantes por la agresión racista que estaban llevando a cabo. “Eso no les hacía para nada reducir la fuerza que estaban ejerciendo. Al revés, incluso parecía que se estaban enalteciendo. Yo pensaba que, al estar grabando, eso les haría cortarse un poco y no hacer lo que harían si no les estuvieran grabando, pero para nada. Realmente se crecían más.” Puede observarse cómo una mujer se acerca para increparles y uno de ellos la aparta de un empujón.

Mantuvieron al chico en el suelo durante un buen rato sin que este se pudiera mover. Finalmente, uno de los vigilantes de seguridad se acercó a Eva y su amigo, que era quien grababa, y comenzó a amenazarles. “Nos empezó a amenazar diciéndonos que le diéramos el móvil, se puso chulo y al final nos tuvimos que marchar”, por lo que no pudo ver qué ocurrió con el chico, que “estaba gritando de dolor y  no podía más”, como se aprecia en el vídeo.

 

En el segundo caso (Madrid), según nos comenta la chica que presenció la escena, el chico era un carterista que había cometido un hurto. Lxs carteristxs del metro no se caracterizan precisamente por ejercer violencia física, ni para robar ni cuando se les increpa (entiéndase que siempre hay excepciones). Por tanto, ¿es necesario semejante despliegue para retener y detener a UNA sola persona que ha robado? Aunque se hubiera puesto agresivo, la respuesta es no. Es totalmente desproporcionado. La persona que se pone en contacto con nosotras, que como ya hemos mencionado presenció la escena, nos cuenta que en un inicio había 3 vigilantes y al poco llegaron 10 agentes de policía. DIEZ. Como siempre señalamos, no se hubiera procedido de la misma manera si la persona hubiera sido blanca. Esto deberíamos saberlo todxs ya. En la sucesión de los hechos que nos relata la joven, en un inicio había 3 vigilantes de seguridad, que actuaron de una forma violenta y llegaron a agredirle. “El chico estaba gritando que le dejasen, que le hacían daño.” Según comenta, llegó incluso a desmayarse y no le soltaban. “Algunas personas y yo les hemos reprochado que no hace falta que sean tan agresivos con una sola persona. Nos han dicho que nos fuésemos y dejásemos de mirar, que no podíamos estar ahí.”

Insistimos en que las agresiones con motivaciones racistas en el transporte público no son anecdoticas, más bien todo lo contrario. Se repiten con una frecuencia y una forma que nos llevan a señalarlas como una práctica sistemática. Son racismo insitucional y racismo estructural.

 

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