“Soy marroquí, vivo en España y mi voz es ignorada porque carece de peso electoral”

En estas fechas donde seguimos expectantes a raíz de los resultados electorales del 26 de junio, se ha despertado en mí una vez más un sentimiento de impotencia y resignación, algo que me sucede cada vez que la ciudadanía es llamada a votar.  Y aquí lo que expongo en las siguientes líneas es mi caso, el de un ciudadano marroquí residente en España desde hace casi dos décadas.

Mi nombre es Youssef, resido en España de forma regular desde hace 17 años, aquí es donde tengo mi vivienda habitual, amistades, familia, el lugar donde curso mi carrera, donde trabajo, cotizo y pago mis impuestos. Celebro las decisiones políticas como lo hice con la regularización de los matrimonios homosexuales, aunque también sufro las mismas políticas que padece cualquier persona como los recortes en sanidad, educación o la ley mordaza. Pero todo con una diferencia perceptible: yo no puedo votar para cambiarlas.

No hablo de votar en las elecciones generales ni autonómicas, puesto que la Constitución española no contempla ni por asomo esta posibilidad para las personas de otra nacionalidad aunque residan de forma regular, por lo tanto, no cabe opción alguna de exigir este voto. Sin embargo, si se da la opción para hacerlo en las elecciones municipales, alternativa a la que me aferro y por ello expongo mi exigencia a poder ejercer mi voto.

El artículo 23.1 de la Constitución española dispone que: “los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal.”

Artículo que se completa con el 13.2: “solamente los españoles serán titulares de los derechos reconocidos en el artículo 23, salvo lo que, atendiendo a criterios de reciprocidad, pueda establecerse por tratado o ley para el derecho de sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales”.

Es decir, la Constitución sólo permite el voto a los residentes migrantes cuyo país tenga un acuerdo bilateral de reciprocidad con España. Básicamente significa que como marroquí no puedo ejercer el derecho fundamental del voto porque el país en el que nací aparentemente no permite votar a los españoles que allí residen. Para que estos convenios puedan culminarse ha de existir un proceso que exige la ratificación parlamentaria, con el imprescindible requisito de la reciprocidad y por ello hay muchos casos en los que no se pueden llevar a término.

En mi situación nos encontramos cerca de 766.622 marroquíes que vivimos en España con certificado de registro o tarjeta de residencia en vigor (cifra a fecha 31 de diciembre de 2015 proporcionada por el Observatorio Permanente de Integración), población que no podemos ejercer el derecho fundamental al voto. Aunque estemos interesadas y nos veamos influidas y afectadas cada día, no podemos participar en la política. Una situación que se da con otras comunidades, como en la china.

No obstante, en 2011 Marruecos aprobó una nueva Constitución cuyo artículo número 30 recoge el derecho de los extranjeros que vivan en el país a votar en sus elecciones municipales (incluidas personas de nacionalidad española), y ahí Marruecos sentó las bases que facilitan el acuerdo de reciprocidad.

Artículo 30 de la constitución marroquí:

“… los extranjeros gozan de las libertades fundamentales reconocidos a los ciudadanos marroquíes , de conformidad con la ley. Aquellos de los que residen en Marruecos podrán participar en las elecciones locales en virtud de la ley, la aplicación de acuerdos internacionales o de prácticas de reciprocidad…”.

En España las personas de nacionalidad marroquí no pueden votar porque hasta ahora los españoles que residen en el país vecino no tenían derecho a votar. Sin embargo, como hemos visto la Constitución marroquí si recoge esa opción desde el año 2011 y se dan las condiciones para la firma del acuerdo de Reciprocidad ¿Por qué desde entonces no se desarrollan las medidas necesarias para hacer efectiva la reciprocidad?

Un pequeño gesto que consistiría en un intercambio de firmas entre los dos países, permitiría dar voz y reforzar los derechos de 766.622 personas. ¿Qué supondría esto? Significaría que la clase política debería esforzarse por ganar el voto de la comunidad marroquí, lo que redundaría en la participación y la gestión de sus asuntos y que sin duda afectaría de forma positiva a la construcción de una sociedad diversa y plural.

Siempre se habla de la integración de las personas migrantes que residimos de forma regular y permanente en España, y yo me pregunto: ¿Existe mejor forma de aumentar la integración que extender el derecho al voto a esas personas? ¿si no es ejerciendo el voto, cómo se van a escuchar nuestras demandas?

Desde luego, para sentirme parte de la sociedad es necesario que se me permita una participación política en las decisiones que afectan mi vida diaria. Que no se escuche mi voz hace que me sienta ignorado y dificulta tanto mi integración como la de cientos de miles como yo.

 

Artículo escrito por Youssef Ouled.

2 Comments
  1. Lo lógico es que si quieres votar en las elecciones te nacionalices, no exijas un derecho que debe corresponder a los nacionales, y no banalizarlo regalándoselo a todo el que caiga en España. En Marruecos que hagan lo que consideren, pero el flujo de inmigrantes no es de Europa a Marruecos, es de Marruecos a Europa.

    Saludos.

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