La integración como dominación

Mesut Özil no es pobre, pero eso no le exime de sufrir racismo. Nació en Alemania, pero es de origen turco y además, es musulmán. Este domingo confirmó que se marcha definitivamente de la selección alemana de fútbol tras años de racismo por parte de dirigentes y aficionados. En uno de los comunicados que ha hecho público se pregunta “¿Cuáles son los criterios para ser un alemán aceptado? Mis amigos Lukas Podolski y Miro Klose nunca han sido calificados como alemán-polaco. ¿Por qué yo soy un turco-alemán entonces? (…) Nací y crecí en Alemania. ¿Por qué la gente no me acepta como alemán?”.

Se trata de otro ejemplo de a quién reconoce esta Europa como ciudadano. Ese reconocimiento es para los sujetos integrados, individuos que anhelan ser parte de un proyecto de civilización con el coste de unas identidades propias resquebrajadas, negadas y Özil como turco y musulmán confeso muestra indicios de no estar integrado.

Escribo en twitter a raíz de la renuncia de Özil sobre la hipocresía de una sociedad racista, la respuesta no se hace esperar: “Es la pura realidad. Quienes os tenéis que integrar sois vosotros. A ver si te piensas que los europeos tenemos que cambiar en nuestra propia casa porque vengáis 4 extranjeros. Hazte a la idea. El que se tiene que adaptar eres TÚ a nosotros”.

El sujeto integrado pasa a ser una persona que acepta su lugar de subordinación en el mundo.

La integración como mecanismo social e institucional de dominación pasa a ser entonces el proceso por el que Özil, o cualquier otra persona migrante o hijo de migrantes deben abandonar todo aquello que Europa no reconoce como propio. Para integrarte has de ser un sujeto sin credo, si este no sigue el cristianismo, has de reconocerte y luchar por el desarraigo de la cultura a la que perteneces, esconder aquello que es menospreciado por inferior, por atrasado. Entonces el sujeto integrado pasa a ser una persona que acepta su lugar de subordinación en el mundo y acepta como superiores los valores de una Europa que se autodefine como tal, al tiempo que esta Europa practica un genocidio en el Mediterráneo sobre las personas provenientes de las ex-colonias europeas.

La integración se impone desde arriba, utilizando las palabras de Sirin Adlbi Sibai es una forma de “anulación del Otro”, la manera en la que vaciar los cuerpos racialmente inferiorizados, borrando sus identidades hasta convertirlos en objetos moldeables y sometidos, un dispositivo de jerarquización social que establece abandonar todo lo que uno es para alcanzar el ideal (ficticio) del “integrado”. Pienso en las personas que me rodean y que se reconocen o se han reconocido como tales al punto de hacer proselitismo de ello, hasta que se encuentran de forma violenta con la realidad, una sociedad e instituciones racistas que no les reconoce en igualdad de condiciones. Mentiría si dijera que no he tratado de integrarme, y como Houria Bouteldja, he sentido vergüenza de mis padres, por parecer demasiado moros, demasiado musulmanes. Europa me enseñó esa vergüenza.

A Mesut le ha faltado comprenderlo para formar parte, y no es que no lo haya intentado, pero le sobra su origen turco y su musulmaneidad, aquí estarán de acuerdo también ciertos sectores de la izquierda blanca y del antirracismo moral. El mediocentro ha tomado una decisión valiente.

El mismo usuario de Twitter -con más de cinco mil seguidores- escribe en respuesta a otro tweet de Es Racismo: “Özil le da la razón a los que dicen que los inmigrantes no se quieren integrar”. Pienso, ojalá. Pienso que las comunidades migrantes y racializadas del estado español tenemos mucho que aprender de los gitanos, por una cuestión básica, han sobrevivido durante más de cinco siglos a la persecución, a los intentos de genocidio y a un racismo social e institucional que ha tratado de determinar sus formas de existir hasta hoy. Si alguien sabe cómo resistir, son ellos y ellas. Es por eso que me viene una frase que amigos gitanos suelen utilizar a modo de ofensa: “Integrao te veas”.

Es colonial y racista pensar que deben integrarse (los incivilizados), para convivir con europeos (civilizados).

“Si todos estamos integrados cómo hará el payo para reconocerse en la diferencia” (ésta frase se la escuche a Cayetano Fernández en una conferencia sobre racismo e izquierdas en A Coruña). Acaso Europa, el Estado español, no se ha erigido a través de la diferenciación (y la construcción) de la otredad, ya sea un otro con la religión equivocada (musulmán) o un otro “sin alma” y esclavizable. Acaso no se ha usado esa diferencia para masacrar pueblos indígenas en Abya Yala, para expulsar, matar, expoliar, ocupar. Para estructurar la sociedades modernas. En el Rif, durante la época colonial española en Marruecos la justificación que se daba desde la metrópolis ante las críticas por los bombardeos sobre población civil era que “había que civilizar a los incivilizados”. Es decir, no es lo mismo matar personas que matar incivilizados. Esa forma colonial y racista de pensar es la que lleva a concluir que en territorio europeo deben integrarse (los incivilizados), para convivir con europeos (civilizados).

La integración es un discurso a combatir. Cómo aceptar integrarnos en un sistema que se ha edificado en nuestra contra, en contra de Mame Mbaye, de Mohamed Bouderbala. La palabra integración reproducida por personas de comunidades racializadas en la inferioridad reverbera autodestrucción. Hermanos y hermanas que se señalan por no estar lo suficientemente integrados entendiendo que desde ahí nace la violencia cotidiana que atraviesa sus vidas. Lo que redunda en un rechazo de lo que les es propio, la duda constante sobre los actos, las intenciones, enfrentados a familiares. Encerrados ahí, cómo señalar a un sistema racista y colonial culpable de la inferiorización y dominación sobre nuestros cuerpos.

Pero no son solo de discursos de las calles, está las tertulias televisivas, en los movimientos que se definen como antirracistas, también son empleados por tribunales para denegar la ciudadanía española por “no estar integrados”. Y en qué se basan, qué demuestra la integración, muchas cosas y a la vez ninguna. No saber quién es Pau Gasol, no conocer un refrán que todo español debería reconocer, no conocer el Camp Nou y por qué no, ser un niño de dos años que ha nacido en España que “debido a tu corta edad” no está “integrado socialmente“… todas ellas tienen un fin, subordinar.

Comenta Trevor Noah en The Daily Show, sobre la presencia de jóvenes africanos en la selección de fútbol francesa, campeona mundial, a raíz de una crítica por parte del embajador francés a su frase de “África ha ganado el mundial”, que cuando un migrante no tiene trabajo “cuando cometen crímenes o cuando se consideran desagradables, son inmigrantes, pero cuando ganan la copa del Mundo son Francia”. Algo que también ha expuesto Özil en alusión al presidente de la Federación Alemana de Fútbol, “soy alemán si ganamos, si perdemos, no soy más que un inmigrante”.

El ideal de persona realizada solo se nos presenta con la blanquitud, cómo sino se mantiene un sistema de explotación, persecución, control y criminalización del migrante. Hay que demostrar que se es un “buen inmigrante”, válido y merecedor de reconocimiento, de derechos, lo vimos con aquel joven que escaló un edificio para rescatar a un bebé, solo así se le concedió la nacionalidad francesa. Continúa Noah, “le dijeron tú ahora eres francés y dejaba de ser africano. Cuando estaba en el suelo era africano, cuando escaló ya era francés, si hubiera soltado el bebé en el aire, el africano habría soltado al bebé”.

Leer El buen inmigrante

Recuerdo a Malcom X, negro y musulmán, antirracista y anti-integracionista hablando del “pelo estirado como emblema de la vergüenza de ser negro”, una vergüenza creada por el blanco y asumida por el negro. Se recordaba llevándolo, ridículo, porque quería parecer menos negro, lo que Frantz Fanon había descrito como máscaras blancas sobre pieles negras. Y se alisaba el pelo inútilmente para parecerlo. Es ahí donde indica qué supone la integración, “aquello significó el primer paso hacia la degradación”, asumiendo que los negros son inferiores –y los blancos superiores- “hasta el punto de profanar y mutilar los cuerpos que Dios les ha dado para parecer guapos según lo establecido por los blancos”.

3 Comments
  1. La definición de íntegración no es univoca, ni supone que las minorias sean sujetos subordinados a los intereses de la mayoría, ni se puede imponer, Soy una persona que me siento integrado en una comunidad que se respeta y reconoce a todas las personas que la forman. Si no me siento representado, hago lo posible para que sea posible en mi entorno y no reconozco ninguna cultura superior a otra.

  2. Buenos días, Youssef. Gracias por haber escrito de una manera tan clara y precisa lo que yo no soy capaz de expresar, ha sido un placer leerte ya que personas como tú dan un respiro de esperanza en este mundo. Este artículo es muy necesario. ¡Procuraré leerte más a menudo!
    Saludos.

  3. Gracias por este artículo. Desde luego que aclara bastante el concepto de “integración”. Me ha gustado especialmente que hayas dado ejemplos claros y de personajes conocid@s por tod@s. Deberíamos empezar a hablar menos de integración y mas de inclusión.

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